Una reflexión estratégica sobre la universidad española, al hilo de la crisis del coronavirus

Un parón inesperado

En estos días tan difíciles y convulsos para nuestra sociedad debido a la crisis del coronavirus, es un buen momento para detenerse, aislarse de la aceleración laboral y de la rutina cotidiana, y reflexionar sobre el futuro de la universidad española.

No todo son noticias catastrofistas para el sistema universitario español, de calidad media homogénea y poco diferenciado, donde algunos pensamos que, de momento, tiene poco que aportar y mucho que ganar en el mercado global y convulso de la educación superior. Más allá de la crisis de ahora que es transitoria, hay que entender que en una década estaremos fuera de juego si no nos adaptamos.

El otro día leía en el blog University World News  a dos “gurús” de la Educación Superior, Philip G. Altbach y Hans de Wit, del Center for International Higher Education, Boston College, y me sugerían una traslación modesta a nuestro escenario universitario español de dos aspectos, a priori negativos, de la universidad española (internacionalización e interconexión) que se pueden transformar en oportunidades tras este largo intermedio de tiempo de crisis.

Internacionalización y conexión, dos estrategias a considerar en estos tiempos de crisis.

Globalización vs internacionalización

En un mundo globalizado, tenemos poco grado de internacionalización, entendida como estudiantes que cursan programas completos en nuestras universidades, bien sean de grado o de Máster o Doctorado, dejando a un lado los estudiantes Erasmus. Esto es bueno porque hace que seamos poco dependientes de los ingresos por precios de matrícula que recibimos de estos estudiantes, especialmente los que no son de la Unión Europea.

Si bien existen diferencias por instituciones según su naturaleza pública o privada, entre las universidades públicas, el porcentaje de estos ingresos en relación a los ingresos privados procedentes de los estudiantes (y sus familias) es muy bajo.

Existen algunas excepciones de universidades públicas medianas y jóvenes, asentadas en comunidades autónomas que mantienen precios de matrícula altos en relación al promedio español, que han optado por una amplia oferta de titulaciones, principalmente en inglés, y con una clara orientación internacional en los programas de posgrado en la última década. Aun así, dichas instituciones están muy lejos de la situación que plantean nuestros colegas del Boston College.

Y es que, en algunos países anglosajones (Estados Unidos, Australia, pero, sobre todo, estoy pensando en Reino Unido), los estudiantes universitarios internacionales (overseas students) son una gran mayoría, especialmente los procedentes de China. Esta dependencia financiera puede producir una gran pérdida en los ingresos corrientes procedentes de las tasas (fees) de los estudiantes, tanto en instituciones de reconocido prestigio, que no me atrevo a enumerar a riesgo de equivocarme, como en otras con menor reputación (entre el puesto 50 y 200 del ranking THE 2020), pero igualmente dependientes de estos ingresos, como es el caso de algunas universidades británicas, entre otras, las de Manchester, Warwick, Bristol, Birmingham, Sheffield, York y Lancaster.

Por eso, debemos aprender la lección y está bien no depender de unos pocos países que, si fallan, pueden repercutir en las finanzas de la universidad, donde las matrículas siguen siendo la fuente de ingresos privada más importante.

Pero, no tener estudiantes internacionales no debe interpretarse como algo positivo, excusa que, perdónenme, pondrán aquellos acusados de tener poca internacionalización en su universidad dada su localización geográfica y/o los escasos recursos que manejan.

Creo que, el asunto de la internacionalización es muy importante y se debe realizar un balance dentro de cada institución, tanto en porcentaje de alumnos internacionales como en número de países. No hay recetas únicas, créanme, pero lo que es claro es que hay que ser imaginativos y apostar estratégicamente por algo.

Con las previsiones demográficas y tras este parón global por el coronavirus, los números de matrícula van a caer en picado: los créditos matriculados y aprobados en grado ya lo están haciendo en los tres últimos años, con los datos disponibles de la CRUE.

En este escenario, la internacionalización de la educación superior es un movimiento necesario en la universidad española a dos niveles: “buscar” activamente al estudiante procedente de América Latina (sin problema de idioma y al que un título del Espacio Europeo de Educación Superior le resulta muy prestigioso para su país de origen) y “buscar” enérgicamente al excelente de donde sea.

Para conseguirlo, quizás sea necesario apostar por varios títulos realmente prestigiosos que atraigan a los excelentes del mundo entero, como han hecho algunas universidades de la Alianza 4U.

Globalización vs interconexión

Por otra parte, en un mundo interconectado, tenemos poco grado de enseñanza online de calidad. Es verdad que existen muchas plataformas para crear cursos online, gratuitas y de pago. Además, muchas universidades tienen MOOCs en grandes plataformas para aprender online. Sin embargo, el grado de utilización de las mismas es muy bajo, con grandes diferencias, como no podía ser de otra manera entre las universidades presenciales y no presenciales y con las que tienen un mayor número de recursos.

Pero, de nuevo, también existen diferencias entre universidades públicas y sólo unas pocas han hecho una apuesta verdadera por el desarrollo de la enseñanza online. La realidad es tozuda y evidencia, en estos momentos actuales con la crisis del coronavirus, que el grado de enseñanza online efectiva en las universidades públicas presenciales es muy bajo.

La conclusión es que no hemos apostado lo suficiente por este tipo de educación, y ahora con el coronavirus estamos ya viendo las carencias.

El mensaje institucional ha sido que tenemos excelentes herramientas para la educación a distancia, pero, hasta hace una semana, no las utilizábamos ni las incentivábamos (con grados o másteres parcial o totalmente online), una incoherencia por parte de todos.

Como señalan nuestros colegas del Boston College, el implantar una enseñanza online de calidad supone tiempo y apoyo, económico y de otro tipo (aprendizaje de los profesores) y un cambio rápido, impulsado por la coyuntura actual, es garantía de baja calidad.

Por tanto, tenemos que aprender otra lección, no apresurarnos y fomentar una verdadera cultura digital entre los docentes para superar las resistencias al cambio.

Para ello, lo primero que hay que hacer es poner muchos recursos para tener las herramientas adecuadas, infraestructuras, personal y servicios de asistencia. Y después “obligar” o “incentivar” a los profesores a evolucionar en la dirección adecuada. De nuevo, no hay excusas, como que la educación online significa que el profesorado no vaya al aula, porque se pueden hacer tutorías obligadas grupales, clases de repaso y resolución de problemas y otro tipo de ayuda presencial. Una vez más, “querer es poder”.

Aunque muchos se resisten a verlo así, existe un “mercado global” de la educación superior, pero a la vez, la educación superior es un bien global que no tiene fronteras, ni físicas ni tecnológicas.

La universidad española tendría que incorporarse al escenario internacional más rápidamente, a través de alianzas y de la apertura a los movimientos académicos de estudiantes y profesores. Este es el único modo de integrarse en una networking mundial de conocimiento, donde las tecnologías facilitan el trabajo en red de todos sus participantes.

Los que dirigen nuestras universidades y los que proponen las políticas públicas que las afectan tienen que aprovechar este parón provocado por el coronavirus. Aprovechar para reflexionar estratégicamente sobre estos dos temas, internacionalización e interconexión, con el fin de preparar a la universidad española para la nueva era post-coronavirus.

Si no lo hacemos rápido, pero pensando en el largo plazo, nos quedaremos atrás.

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Comentarios
  1. Lucía dice: 24/03/2020 a las 13:00

    Reflexión válida para la ES de Colombia.
    Gracias

  2. […] ya señalaba en un post al inicio de la pandemia,  más internacionalización y más  interconexión iban a ser dos de los grandes retos de la era […]


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