Algunas consideraciones ante el borrador del Estatuto del PDI

Una iniciativa necesaria

Recién terminado el necesario confinamiento al levantar el estado de alarma, nos llegó el borrador del Estatuto del personal docente e investigador (PDI) de las universidades. Se trata del borrador de un anteproyecto de reforma de la Ley Orgánica de Universidades y del borrador de un Real Decreto que desarrolla los cambios anunciados.

Lo primero que hay que decir es que se trata de una iniciativa muy bienvenida. La reforma del estatuto del PDI ha sido, por diversas razones, aplazada desde hace demasiados años. También hay que decir que los objetivos que persigue la reforma, claramente establecidos en su preámbulo, son compartidos -según creo- por todos los que hemos dedicado algún esfuerzo a pensar sobre esta cuestión.

Los defectos más graves del sistema universitario español actual están bien diagnosticados: la precariedad, el envejecimiento de las plantillas, la brecha de género que no se acaba de suturar. A estos defectos, añadiría yo uno que está ausente del borrador del estatuto del PDI: la endogamia, a la que después me referiré.

El diagnóstico sobre lo que afecta al PDI es bueno: precariedad, envejecimiento, brecha de genero y…¿endogamia?

Los dos pilares de la reforma

La configuración de una carrera contractual

La innovación tal vez más relevante del borrador es la de configurar una carrera contractual para los profesores de la universidad, alternativa a la carrera funcionarial. Uno podrá pasar de profesor doctor a profesor titular y, después, a catedrático, con contratos laborales. Es un modelo que ya tenemos en Cataluña, donde la actual figura de profesor contratado doctor se escinde en dos modalidades: profesor agregado y catedrático contratado.

Si bien no tengo preferencias, en principio, a favor de que los profesores universitarios sean funcionarios o contratados laborales, no acabo de entender por qué razón un sistema híbrido, con los mismos deberes y derechos, es preferible. Algunas veces se arguye que la contratación laboral permite mayor flexibilidad, por ejemplo para contratar profesores extranjeros (no ciudadanos de uno de los países de la UE) o para modular sus retribuciones.

Pero esto no es cierto: en Alemania, donde todos lo profesores universitarios son funcionarios, nunca en su historia moderna (desde Humboldt) se ha exigido ser alemán para ser profesor universitario y siempre ha habido flexibilidad para establecer los salarios. Sin embargo, no es a ello a lo que quiero referirme, porque se trata de una cuestión menor a la que, creo, sabremos adaptarnos, como ya nos hemos adaptado en Cataluña.

A esta innovación en la carrera profesional puede añadirse el loable intento de hacer que la figura del profesor asociado quede reservada para profesionales que, a tiempo parcial, colaboran en las tareas docentes.

Garantizar una carrera académica progresiva

Lo que me preocupa es cómo esta propuesta está en condiciones de alcanzar lo que en el preámbulo se reconoce como el segundo pilar de la reforma:

“Garantizar una carrera académica progresiva y predecible, tanto funcionarial como laboral, que incida en la incorporación, consolidación y promoción del personal docente e investigador, y en la garantía de sus derechos y deberes, así como en la equiparación de derechos y deberes del profesorado funcionario y contratado”.

Para ello, se permite la contratación de profesores doctores:

  • por un período entre uno y cinco años (prorrogables por dos más), después del cual estos profesores podrán optar a plazas de profesor titular contratado o funcionario;
  • para ello, deberán conseguir una acreditación de la agencia de evaluación correspondiente (la ANECA o la competente de la comunidad autónoma respectiva);
  • deberán superar un concurso en la universidad de destino (en donde la mayoría de los miembros habrá de ser formada por profesores de universidades distintas de la convocante);
  • y, habrán de acreditar al menos nueve meses en una universidad o centro de investigación distinto del convocante.

Dos defectos a corregir: aún estamos a tiempo

Creo que este diseño expuesto en el estatuto del PDI tiene dos defectos graves:

La ratio de endogamia en las universidades

El primero: no está en condiciones de disminuir la endogamia en nuestras universidades, que en las universidades públicas se acerca al 75% (medida como la ratio de profesores de una universidad que leyeron la tesis doctoral en ella).

Está muy por encima de la ratio de endogamia de los sistemas universitarios de referencia. Si tenemos en cuenta que la mayoría de universidades públicas se han creado en los últimos treinta años y, por lo tanto, muchos de nosotros no pudimos defender nuestra tesis en la universidad de la que somos profesores, porque sencillamente no existía, entonces la ratio es simplemente escandalosa.

Hay dos formas acreditadas en el mundo de evitar la endogamia:

  1. La de Alemania, y los países bajo su influencia, que impide a los profesores habilitados en una universidad ser incorporados a ella.
  2. Y la de las universidades de los Estados Unidos, y su ámbito de influencia, en la que ningún doctor puede comenzar su tenure-track en la propia universidad, a menos que haya tenido una vinculación no inferior a tres años en otra universidad o centro de investigación.

Dado que en España la posición de profesor no se alcanza mediante una habilitación, entonces deberíamos optar por una medida como la de las universidades anglosajonas.

La oportunidad de hacerlo es ahora, sería una lástima desaprovecharla.

La naturaleza del profesor doctor

El segundo defecto es, si cabe, peor. Al eliminar la acreditación para ser profesor doctor, las universidades podrán contratar a quien quieran entre los doctores. Este sistema no permitirá garantizar una carrera académica predecible, puesto que –como ahora mismo sucede- todos los doctores, con independencia de cuál sea su contrato, aspirarán a acreditarse y a devenir profesores titulares, contratados o funcionarios.

Y este es un problema recurrente entre nosotros: una presión enorme sobre los órganos de gobierno de las universidades para que “estabilicen” a sus doctores, a todos sus doctores que han conseguido algún tipo de contrato.

Por ello, me parece, eliminar la acreditación para el puesto de profesor doctor es una mala idea. Las agencias de evaluación han conseguido, en este período de los últimos quince años, establecer algunos mínimos que una persona debe reunir para comenzar su carrera universitaria. No es una buena idea desperdiciar esta práctica. Sin embargo, acabamos de conocer una segunda versión del borrador en donde la acreditación de las agencias para ser profesor doctor ha vuelto a incorporarse. Confiemos en que sea esta la versión que se mantenga.

Si queremos dar mayor autonomía a las universidades, podríamos establecer un modelo que no exigiera la acreditación individual, sino un modelo en el cual las agencias de calidad acreditaran el sistema de reclutamiento de los departamentos universitarios, con la finalidad de distinguir claramente (esto es lo que haría el modelo predecible) entre aquellos que están en la carrera para ser profesor universitario permanente de aquellos que no lo están. Es más, sugeriría reservar el nombre de profesor para los profesores doctores, los titulares y los catedráticos. Los demás deberían ser nombrados como colaboradores docentes o algo similar.

Estamos a tiempo, todavía, de enmendar el estatuto del PDI para mejorarlo. Para que de verdad permita el diseño de una carrera de profesor universitario al servicio de la calidad y la predictibilidad.

Así es como lo hacen los mejores modelos universitarios del mundo, ¿por qué no podemos hacerlo también nosotros?

 

Comentarios
  1. Eva M. de la Torre dice: 08/09/2020 a las 10:08

    Agradezco profundamente al Profesor José Juan Moreso esta entrada, que trata un tema importantísimo y lo presenta además de una manera muy clara y bien articulada. No obstante, aprovecho este foro para presentar mi opinión y enriquecer este debate, ya que mi enfoque sería opuesto a lo que aquí se plantea.

    Al leer esta entrada, parece que se omite un tema central al hablar de la endogamia española, y es que ésta se debe en gran medida a que no existe un «mercado de trabajo» en el sector universitario. En EE.UU., efectivamente la endogamia es baja, pero es un país con alta movilidad, donde la universidades compiten por el PDI a través de sueldos (cosa que en España no sucede) y donde el PDI tiene un «track» dentro de la universidad que garantiza su carrera laboral. De hecho, las universidades más endogámicas en EE.UU. son las mejores universidades y las más prestigiosas, pues consideran que sus doctores son los mejores. Del caso alemán no puedo hablar, pues apenas lo conozco.

    También me parece importante tener en cuenta que en España el PDI no tiene una carrera laboral predecible a no ser que llegues a la plaza de Contratado Doctor, una plaza a la que se llega tras al menos 8 años de carrera académica. Todo esto teniendo en cuenta que la media de edad de ayudante y ayudante doctor (las plazas anteriores) rondaba hace pocos años los 38 años de edad (si no recuerdo mal) según la CRUE, que la exigencia es bastante alta (según algunos expertos más alta que en universidades de EE.UU) y que los sueldos son irrisorios.

    Por último, no discuto que en España existe un problema de endogamia en nuestras universidades, pues como bien se expone en esta entrada los porcentajes son altísimos. No obstante, considero que las las prohibiciones del tipo que se plantean en esta entrada no sólo evitan la endogamia, si no también la retención del talento formado dentro de las universidades.

    En mi humilde opinión, mejor que prohibir y poner aún más difícil la carrera académica a la gente joven (que bastante complicado lo tenemos ya), creo que lo que necesitamos son propuestas que ataquen a los orígenes de la endogamia, por ejemplo introduciendo más incentivos y oportunidades a la movilidad doctoral y postdoctoral, permitiendo y dotando de recursos a las universidades para atraer talento joven de manera generalizada (no sólo a través de los más que exiguos programas que existen en algunas Comunidades Autónomas y que apenas tienen impacto en las plantillas), o simplificando los procesos de acreditación para que no supongan una barrera de entrada a personal extranjero (incluido el de la UE).

  2. RAUL SOTO ESTEBAN dice: 08/09/2020 a las 10:53

    Gracias por la entrada profesor. Creo que hay una situación paradójica, no tanto por contradicción de su opinión, como por la propia realidad. Valoramos que se cribe a través de la acreditación en las figuras laborales, pero pedimos autonomía para la universidad en las figuras funcionariales. .

    Me encantaría que la evaluación o acreditación fuese un proceso totalmente transparente en el cual cada persona supiera al subir sus méritos a que equivalen y lo que le falta para una evaluación positiva. El que haya cursos e incluso empresas que cobran por traducir e interpretar los designios ANECA, deja en mal lugar la transparencia del proceso.

  3. C. dice: 08/09/2020 a las 10:54

    Con respecto a la «endogamia» siento enormemente que compañeros universitarios apunten a ella como un problema estructural. El dato que habitualmente se arroja (75% de contratos sobre doctorados propios) es un dato histórico, que en nada se compadece con el mapa actual de las universidades. Cuidado con aplicar soluciones a problemas que ya no existen. Probemos a sacar el dato de los diez últimos años de contrataciones y descubriremos que los datos son ciertamente distintos. En cualquier caso, sobre el hecho de que universidades contraten a sus investigadores debería abrirse un debate sobre si es o no necesariamente malo: esta realidad responde también a un modelo social español (empleo de proximidad, familias cohesionadas) y, sobre todo, sólo es doloso en el caso de que responda a una prevaricación administrativa, y eso es un delito. De modo que la endogamia o es un delito (que debe perseguirse) o no es nada. Pondré otro ejemplo: ¿alguien consideraría que un servicio clínico de un gran hospital tuviera autonomía para contratar a sus mejores jóvenes? Es decir, ¿debe el servicio de oncología de La Paz dejar de tener autonomía para contratar a sus mejores MIRes aunque se hayan formado con ellos? A nadie se le ocurriría decir que son edongámicos simplemente por querer capitalizar el talento que han formado. ¿Vamos a obligar al hospital Clínic o al 12 de Octubre a contratar a médicos formados en Talavera? ¿Son endogámicos por contratar a sus mejores? ¿Es endogámico el Barça porque Messi fuera de su cantera? Cordura, compañeros, no hagamos favores a los enemigos de la universidad pública.

  4. Diego S. Garrocho Salcedo dice: 08/09/2020 a las 11:26

    Estimado profesor, desde el más hondo respeto, disiento de su percepción de que «se trata de una iniciativa muy bienvenida», máxime cuando después de la lectura del primer borrador en varias universidades se ha generado una firme oposición que augura huelgas y futuras solicitudes de dimisión del Ministro Castells si esta reforma siguiera avanzando. En primer lugar cabría apelar a condiciones estructurales: un contexto de crisis económica y social parece un momento poco propicio para emprender reformas de calado, que exigen un amplio diálogo y consenso social. En segundo lugar se encuentra el descrédito del propio titular del Ministerio, cuya valoración media entre sus pares dista mucho del liderazgo y apoyo que requeriría un agente capaz de llevar a cabo una reforma como esta. La propia redacción de la norma está ya plagada de inconsistencias conceptuales y hasta gramaticales (favorecer la estabilidad y la movilidad del profesorado, al mismo tiempo) y propone ampliar los contratos más precarios (Profesor Doctor) un año más (de cinco a seis). En un contexto, además, en el que las universidades compiten entre ellas por fondos de investigación no parece tampoco la mejor opción derivar a comisiones externas la contratación de su profesorado. ¿Se imagina, por ejemplo, que U.C. Berkeley sometiera sus contrataciones al arbitrio de profesores de Yale o Princeton? Es más, una reforma estatutaria que velara por el interés social debería mencionar, por ejemplo, elementos esenciales como la conciliación familiar, un hecho del todo ausente en esta reforma que, además, propone una carrera investigadora incompatible con una vida próspera y estable. Por último, y probablemente más grave, es la consabida asimilación de laborales y funcionarios, no por arriba, sino por abajo. Que existan catedráticos laborales es algo equivalente a que existan Magistrados del Tribunal Supremo laborales. ¿Harán lo mismo con el cuerpo diplomático, la policía o el ejército? Agradezco la energía que inspira la reforma pero, ciertamente, creo que resultará inviable y, sobre todo, es contraria a una vocación progresista de la universidad pública. Como diría Ortega: «No es esto, no es esto».

  5. Javier dice: 08/09/2020 a las 11:44

    C., creo que la endogamia no debe plantearse solo como una disyuntiva entre si es delito o no lo es, pues los problemas que derivan de la endogamia van en otras direcciones y se relacionan con otros problemas estructurales de la universidad española. Como dice Eva M. de la Torre, no existe en España un auténtico «mercado de trabajo universitario», pues los departamentos y universidades no tienen realmente alicientes para contratar a uno u otro: lo único importante es que cubran las necesidades docentes «y p’alante». Que luego sea un docente de calidad o no, y un investigador bueno y productivo o no, no les afecta (aparentemente) en nada: los ingresos se asocian a número de alumnos y ya es el propio interesado quien busca complementos económicos en sexenios o no. Hasta que eso no cambie, poco cambiará el contratar de una manera u otra.

    Volviendo a la endogamia, que debe entenderse en el momento de acceso a la carrera académica (hoy en día, como Ayudante Doctor, Cajal o Beatriz Galindo, fundamentalmente) y no cuando se promociona a una figura ya estable (que debería ser una promoción interna), hay universidades que la «legalizan» dando puntos en los baremos a quienes han estudiado en esa universidad o ya están contractualmente vinculados a ella. Esto distorsiana esos concursos, aunque sean «legales». Y los problemas son varios: la endogamia bloquea el acceso a jóvenes talentosos de otras universidades, destruyendo el núcleo «universalizador» de toda «universidad»; la endogamia favorece la mano de obra barata porque la promesa de «tu turno/tu plaza/tu momento» posibilita el auge de la figura de «falso asociado», que aguanta años y años hasta que consigue sacar su plaza; la endogamia favorece el clientelismo intra-departamental, pues quienes tengan más «poder» e «influencia» podrán «explotar» («ayúdame con esto…», «dame estas clases…», etc.) a quienes quieren acceder a una plaza; la endogamia dificulta la llegada de nuevas ideas, redes y actividades a un departamento, pues la tendencia es a reproducir lo que ya hace «mi grupo», etc.

    En cuanto a las comparaciones con centros de salud, sí, son endogámicos por contratar a los suyos, que por lo general serán buenos porque han superado unos requisitos mínimos (eso de «los mejores» y las comparaciones con Messi los repiten como un mantra todos los colegas de diversas universidades españoles; según eso, las contrataciones de los últimos 20 años en España han sido de un Messi tras otro). Y los problemas de la endogamia en la universidad se reproducen, a su manera, en esos centros médicos, como muy bien me comentan amigos que trabajan en el campo, tanto en Madrid o Barcelona, como en otras grandes ciudades. Y están quemados por problemas similares de la universidad española: tejemanejes de los «seniors», «explotación» de los que necesitan entrar o estabilizarse; precariedad exagerada; falta de posibilidades de mejora personal y profesional porque las opciones más allá del centro donde se formaron están prácticamente cerradas. Cordura, compañeros, que lo que la universidad pública española no necesita es más endogamia, sino menos: por nuestro alumnos, por nosotros mismos y por nuestra profesión.

  6. Fernando dice: 09/09/2020 a las 16:48

    Sobre la endogamia… ¿cómo cabe esperar que las universidades (léase equipos de gobierno) actúen contra ella si la demanda (estudiantes) es cautiva, ningún profesor permanente pierde su empleo si no hay demanda y los equipos de gobierno responden… ante sus profesores y estudiantes (normalmente poco implicados en este tema)?

    Desde mi opinión, no tiene sentido modificar las formas de selección y contratación de profesores si no se modifican las consecuencias de dicha contratación para la universidad.

    O la ley es extremadamente restrictiva con una supervisión estricta ajena al mundo universitario o se encontrarán los «coladeros» para volver a las prácticas de siempre. Aún recuerdo cuando se firmaban estancias de 2 años de forma cruzada entre universidades para cumplir el requisito que marcaba la ley. Podemos ser aún más creativos.

    Tal vez la covid, la semipresencialidad a la que nos va a llevar, lleve a los estudiantes a moverse más y, con ello, a mostrar a la sociedad que nadie quiere estudiar en la universidad X y hay cola para estudiar en la universidad Y.

    Sería interesante publicar la estadística de los flujos de estudiantes origen-destino, a ver la capacidad de atracción/rechazo de cada universidad… Por lo menos sacaría los colores a algún rector

  7. Eduardo L. Mariño dice: 09/09/2020 a las 17:36

    El Profesor Moreso es buen conocedor de la realidad universitaria, no solo por el día a día, si no también por su posición en la AQU (ANECA en Cataluña) y como ex-rector de la Univ. Pompeu Fabra. Coincido con él, en que uno de los principales problemas de la Universidad es la excesiva Endogamia, pero matizando que un cierto grado Endogamia es preciso para crear nuevos equipos emergentes y respetando siempre el principio de igualdad de Oportunidades.
    Lo que nunca debió ocurrir es:
    1) Que la Universidad mantenga cautivos sus profesores, tras la eliminación de los concurso de traslado
    2) Que los Rectores se comprometieran con su profesorado en que una vez obtenida la acreditación por la ANECA (primer paso) les sacaría a todos (con independencia del área de conocimiento y/o necesidades) una plaza en su propia Universidad, con lo que según creo este segundo paso a supuesto en general un segundo paso con el mismo numero de plazas que de candidatos. Es decir, se pervirtió el proceso haciendo de él un puro tramite en muchos casos, con un coste también económico fácilmente evitable.
    3) La política de recursos humanos debería ser mejorada, estableciendo un estudio real de necesidades docentes, especialmente en aquellos ámbitos que son o se han convertido en los nuevos paradigmas profesionales y por ende de necesidad absoluta en los cuadros docentes e investigadores.
    4) Se deberían hacer públicas las plantillas de profesorado y las nuevas dotaciones en los últimos 10 años, para evitar que de algunas «cosas» tengamos bastante profesorado y de otras muy poco o nada. Esto puede llevarnos al anhelo de algunos de que todos sirvamos para todo en una mala interpretación del mal.llamado «interés general».
    5) Las Universidades y cada Facultad (probablemente cada asignatura) debería definir el numero de acceso de estudiantes para poder hacer una docencia de calidad como la que se merecen nuestros estudiantes y la sociedad nos requiere, pues ya no debería valer aquello de «Universidad para todos» sin unos estándares de calidad y después encontrarse con un claro incumplimiento del Documento de Bolonia (1999) con mas frecuencia de la deseada.y que ahora con la COVID-19 ha aflorado drasticamente.
    En resumen en estas breves reflexiones (sin dudas excesivamente simplistas) se recogen opiniones de un Catedrático de Universidad NO endogámico desde hace 33 años, que también hizo el intento de poder materiaizarlas por última vez hará pronto ya 4 años, en la ultimas elecciones a Rector de la Univ. de Barcelona,.sin el mas mínimo éxito.

  8. Rafael dice: 10/09/2020 a las 13:08

    La cuestión es esta: tenemos un alumno brillante que puede y quiere ser un buen académico e investigador. ¿Qué perspectiva le proponemos? ¿Cómo le ayudamos? ¿Que sea precario hasta ser doctor y luego que se busque otro sitio (universidad) a su cuenta para acaso acreditarse si UN informante lo considera oportuno, y luego acaso acceder a un primer contrato también precario? ¿Todo ello durante los años en que acaso quiera comenzar a fundar una familia y comprarse un piso? A ver si alquien me explica los pasos ideales que debe dar ese futuro profesor (repito, cuando ha demostrado durante toda su vida ser trabajador y buen estudioso de su materia). Si parece que la universidades deben competir entre ellas (cosa en la que no estoy de acuerdo), habrá que darles libertad de contratación, y no poner trabas; es lo que tiene la competencia, competición libre.

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