Caracterizando la responsabilidad social universitaria

Para una institución, la declaración institucional de la misión proporciona el propósito y razón de ser de la misma (Drucker, 2012). Esta definición debe reflejar el objetivo principal bajo el cual se constituye y es una herramienta de gestión estratégica. Para una universidad, la misión es fundamental, ya que exterioriza sus objetivos, valores y motivaciones respecto a su labor de enseñanza, investigación y transferencia (Paleari et al., 2015).

Evolución de la misión de las universidades

Desde la creación de la primera universidad, la razón de ser de estas instituciones académicas ha ido evolucionando de acuerdo a los avances sociales, tecnológicos y culturales, ligados a los acontecimientos históricos. En sus inicios, las universidades medievales fueron escuelas catedralicias y monásticas. Sin embargo, en la edad moderna, la universidad pasó a considerarse centro de enseñanza y transmisión de conocimiento, consolidando la función docente. En el siglo XIX la investigación tomo un impulso importante, y pasó a situarse al mismo nivel que la formación. La universidad debía generar conocimiento (obtenido a través de la investigación) para posteriormente, transmitirlo a los estudiantes y formarles en los nuevos avances.

Ya entrado en el siglo XX se añade el concepto de “extensión universitaria”. Este refiere al compromiso de la universidad con la innovación y la transferencia como herramienta para fomentar el desarrollo económico y social. Recientemente se ha añadido una cuarta función. Consistente en la co-creación de valor, caracterizada por la colaboración de la universidad con los diversos actores sociales y regionales. Su objetivo último es crear una transformación social basada en los valores del desarrollo sostenible (Bayuo et al., 2020; Nölting et al., 2020).

La responsabilidad social universitaria (RSU)

Si bien las universidades gozan de un poder de gestión autónoma, lo que se espera de ellas y los retos a los que deben responder vienen dados por distintos organismos internacionales y por la legislación nacional de cada país. Entre estas exigencias y nuevos desafíos es de especial interés cómo las universidades están incorporando e interiorizando la responsabilidad social universitaria (RSU).

La RSU es una política ética de dirección estratégica universitaria (Dowsett, 2020; Vallaeys y Álvarez Rodríguez, 2019) que cada universidad decide cómo y en qué medida adoptar. Su eficacia radica en la incorporación transversal de esta estrategia (Filho et al., 2019; Nölting et al., 2020; Sánchez et al., 2020). De hacerlo, esta intención de alineamiento con los principios de la RSU se verá recogida en la declaración institucional de la misión de la universidad. Además, se incorporará en los planes estratégicos así como en los ámbitos propios de actuación de la organización (gestión, docencia, investigación y participación social).

Ante esta complejidad, cada universidad ha asumido e interpretado sus elementos de forma distinta, según su estrategia y también teniendo en cuenta las posibilidades y características de su entorno inmediato.

El resultado es que es posible observar estrategias distintas en las que se priorizan diferentes ámbitos de actuación y su relación con la RSU.

Esta diversidad es precisamente la que hemos analizado en un estudio que ha sido publicado recientemente en la revista Tec Empresarial desarrollado conjuntamente con la doctora Maria Belén Arias Valle de la Universidad Católica de Cuyo (Argentina) y el profesor Frederic Marimon de la Universitat Internacional de Catalunya. En concreto, el objetivo de la investigación era el de determinar cuál es el desempeño (a nivel de docencia, investigación, transferencia de conocimiento y contribución al desarrollo) de las universidades que en su misión institucional se posicionan como socialmente responsables.

Metodología

Examinar el rol que adquiere la RSU en los planes estratégicos de las universidades no es un tema nuevo. Sin embargo, no hay una aproximación sistemática que permita determinar cómo se articula esta responsabilidad en las actividades del día a día de las universidades. Dos son los principales motivos:

1) La heterogeneidad del sistema universitario español.

2) La dificultad de encontrar indicadores objetivos y homogéneos entre las diversas instituciones para medir dichos constructos.

Con ello, se optó por revisar y codificar manualmente las declaraciones institucionales de la misión que las universidades comunican en sus webs y planes estratégicos. Por otro lado, para caracterizar la orientación de la universidad en los cuatro ámbitos de actuación se utilizaron los indicadores del ranking de la Fundación Conocimiento y Desarrollo sobre impactos de las universidades. A nivel metodológico, recurrimos al análisis cualitativo comparado, técnica configuracional que fundamentada en la lógica booleana, considera (entre otras características) que es posible alcanzar un determinado resultado de interés (en nuestro caso, que la universidad sea socialmente responsable) utilizando distintos caminos (o combinación de recursos). Como el objetivo de este post no es el de entrar en los aspectos metodológicos, se anima al lector que esté interesado en estos detalles que revise el artículo para una descripción completa del proceso seguido.

¿Cómo son las universidades socialmente responsables?

Del análisis realizado hemos obtenidos cinco tipologías de universidades que se posicionan como socialmente responsables. Cada una de estas tipologías está caracterizada por una orientación estratégicas concreta (priorización de las actividades de docencia, investigación, transferencia y contribución al desarrollo). Las detallamos a continuación.

En un primer grupo encontramos aquellas universidades que destacan en los ámbitos de docencia, investigación y transferencia, sin embargo su desempeño en contribución al desarrollo es limitado, pues su alcance es más a nivel global que local.

Se trata de universidades con una sólida trayectoria, ubicadas en las grandes urbes del territorio español (p.e. Madrid, Barcelona, Valencia) y con una posición consolidada en los rankings.

Su desempeño se podría asimilar al de las denominadas world-class universities (p.e. abundancia de recursos, talento, capacidad de atracción internacional, alto rendimiento, etc.).

El segundo grupo está constituido principalmente por universidades de titularidad pública que cuentan con una trayectoria más o menos consolidada, situadas en capitales de provincia (si bien no en las capitales de las comunidades autónomas) y con unos resultados de investigación correctos, especialmente en la participación en redes internacionales y en proyectos dirigidos a dar respuesta a las necesidades del territorio en el que se ubican.

En cambio, la actividad docente parece ser un factor que ni suma ni resta en la consecución de la misión (ser una universidad socialmente responsable).

Las universidades que se incluyen en el tercer grupo son instituciones con un fuerte desempeño en las funciones docente e investigadora, y sobretodo, activas en actividades que fomentan el desarrollo regional.

Se trata de universidades más bien pequeñas, pero relevantes en su territorio por su claro enfoque a las demandas de sus comunidades locales.

Esta realidad les ha llevado a crear redes de cooperación con los agentes sociales del territorio. Generan así iniciativas que vinculan la docencia y la investigación con problemas sociales, dotando así a la universidad del rol de impulsor y catalizador de transformaciones e innovaciones sociales.

El cuarto grupo está caracterizado por universidades de gestión pública que priorizan, ante todo, la docencia y la innovación por medio de las actividades de transferencia y de contribución al desarrollo. Dados estos altos niveles de compromiso con el territorio, son universidades que cuentan con un prestigio consolidado en su región inmediata de influencia y actuación.

Este perfil responde a lo que denominamos universidades flagship, es decir, aquellas que actúan como buques insignia en su territorio.

 

Por último, el quinto grupo incluye a universidades de titularidad privada que se distinguen por su claro enfoque a la docencia, función a través de la cual canalizan sus actividades de RSU. Se trata de universidades con un proyecto educativo centrado en la persona que apuesta por un plan de formación integral. En estas universidades se prioriza una enseñanza con un elevado componente humanístico.

Destacan los aspecto éticos y de desarrollo humano con miras al desarrollo de una sociedad más solidaria y sostenible.

Esta apuesta por la docencia es su estrategia de diferenciación. Se observa que empiezan a formalizar colaboraciones con los distintos agentes del tejido empresarial para formalizar esta contribución a través de la investigación aplicada.

Conclusiones: una propuesta de valor única sin renunciar a la RSU

La RSU y el desarrollo sostenible son conceptos sumamente importantes para la universidad contemporánea. Actualmente no es posible concebir una universidad sin que de una manera u otra no tenga en cuenta los principios de la RSU.

La docencia, la investigación, la transferencia de tecnología y la contribución al desarrollo son funciones a través de las cuáles se mide el desempeño de las universidades y se establecen los rankings. Es importante determinar en cuál (o cuáles) actividades destacan las universidades que se posicionan como socialmente responsables. Este compromiso, revela maneras alternativas de formalizar la participación con los retos de la sociedad. Este punto es especialmente interesante dada la heterogeneidad del sistema universitario español.

La identificación de distintos escenarios (los cinco grupos descritos anteriormente) nos revela que cada institución, en función de los recursos disponibles, las características del entorno y la dirección estratégica puede tomar una dirección u otra, creando una propuesta de valor única sin que esto implique tener que renunciar a la RSU.

De la revisión de las misiones institucionales de las universidades se concluye también la importancia de comunicar bien la razón de ser de estas instituciones. En un contexto tan dinámico y etéreo como el actual, las universidades deben estar del lado de la ciudadanía y desempeñar sus funciones a sabiendas de que desarrollan un servicio. La RSU no debería ser una moda ni ser utilizada únicamente con fines marketininanos. Todo lo contrario, la RSU debe ser considerada una estrategia tan importante como lo son las políticas de retención y captación de talento. Si la universidad no es capaz de responder a los retos sociales, ¿quién lo hará?

 


 

Otros artículos de la autora:
El gran desafío de la evaluación.
¿Cómo contribuyen las universidades a la creación de empresas intensivas en conocimiento?
La llegada del crowdsourcing al aula universitaria.

 

Comentarios
  1. Carmen Perez-Esparrells dice: 19/10/2021 a las 09:31

    Una reflexión, como siempre, muy interesante de la autora al hilo de la heterogeneidad del Sistema Universitario Español. Enhorabuena, Jasmina.

  2. Leticia Artiles Visbal dice: 19/10/2021 a las 14:42

    Excelente artículo. Interesante la propuesta de clasificación de las universidades

  3. Maurici Roig dice: 19/10/2021 a las 20:38

    Me parece loable intentar establecer una taxonomía del sistema universitario, dada la heterogeneidad de las entidades que se autodefinen como “universidades”, pero no sé si el mejor método para identificar (¿desenmascarar?) a cada una de las universidades sea analizar sus propias declaraciones institucionales acerca de su misión [niego la mayor a mi admirado Peter Drucker]. Una declaración de este tipo no dirá nunca que uno de los objetivos de la institución es sencillamente adoctrinar, o que otro es establecer una amplia red de titulados bien colocados que se ayuden entre sí como una especie de “masonería blanca”, en defensa de los intereses del grupo de presión que ha promovido la creación de la institución. Habrá, por lo tanto, que definir otros indicadores para determinar los auténticos objetivos y las actividades reales de la institución, que permitan calificarla adecuadamente y ubicarla correctamente en las eventuales clasificaciones. Para estudiar el papel desempeñado por una institución universitaria yo analizaría, por ejemplo, qué propugnan los órganos de expresión de sus titulados, cuál es su actuación colectiva, qué grupos de presión son los más influyentes en sus órganos de dirección y en su programa estratégico, etc. (uno no es lo que dice que es, sino lo que hace). Claro que esto es mucho más difícil de hacer; un intento reciente por averiguar cómo es realmente cada una de nuestras universidades –aunque solo toma en consideración las actividades docentes e investigadoras– lo constituye el informe “¿A qué puede llamarse universidad?”, elaborado por el Observatorio del Sistema Universitario (marzo 2021).
    (Confieso no haber oído nunca hablar de la ISO 26000, ni del modo de verificar el grado de cumplimiento de la RSU en cada universidad. Me he descargado el artículo de Arias-Valle, Berbegal y Marimón para intentar entenderlo)
    Por otro lado, en el artículo de la profesora Berbegal hay algún pequeño error histórico, así como algún que otro anacronismo (aplicar categorías contemporáneas a analizar hechos antiguos), como por ejemplo decir que “Ya entrado en el siglo XX se añade el concepto de ‘extensión universitaria”, y caracterizarla como “compromiso de la universidad con la innovación y la transferencia como herramienta para fomentar el desarrollo económico y social”. Las actividades de extensión universitaria empiezan en España a finales del siglo XIX (en Oviedo, Zaragoza…), y en sus objetivos no estaban ni la innovación ni el fomento del desarrollo económico, sino sencillamente la transmisión de unos conocimientos muy generales a unas clases sociales que no podían acceder a la institución universitaria.

  4. Rita Concepción dice: 04/11/2021 a las 16:27

    Es un excelente artículo que nos actualiza con argumentos y reflexiones, considero importante la tipologia de universidades según la RSU, puede ser útil para otros contextos, no sólo España. Felicitaciones a la autora y gracias a los gestores del blog

  5. […] a poco, observamos nuevas líneas de trabajo en lo que podríamos englobar dentro del concepto de responsabilidad social de la institución universitaria. Hablamos, en este sentido, de iniciativas como el aprendizaje-servicio (ApS), la ciencia […]


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