La ordenación de lo inmenso

El acceso a la universidad: “la ordenación de lo inmenso”

La información nos envuelve

Arrancamos un nuevo curso académico tras un verano insólito, caracterizado por los sentimientos encontrados de liberación post-pandemia, vértigo ante las dañinas certezas del cambio climático, y atisbo de un futuro inmediato de escasez de suministros y carestía de productos básicos. Todo ello en un escenario de vulnerabilidad geopolítica e impotencia ante la destrucción que está irradiando un conflicto bélico desatado en el mismo corazón de Europa. Los acontecimientos eclosionan de modo incesante, y una inmensa cantidad de información se distribuye en todos los formatos posibles, nos alcanza, y crece hasta rodearnos por completo.

Así, y en lo que respecta a asuntos académicos, en el ángulo sólido de datos, presagios y declaraciones que nos envuelven, hemos podido entresacar dos sorprendentes y revulsivas voces, las de dos universitarios relevantes. 

Dos voces sorprendentes

Estas voces, la del eminente jurista y catedrático de Derecho Administrativo, Alejandro Nieto, y la de Miquel Deyá, decano de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de las Islas Baleares, alertan de que las universidades españolas no enseñan a las nuevas generaciones, ni fomentan en ellas el sentido crítico, ni las impulsan hacia una acción transformadora de la sociedad; en definitiva, advierten, están incumpliendo su propia esencia, y del espíritu universitario tan solo conservan el nombre. Aunque estos mensajes, sin duda, no tienen vocación de ser interpretados en su literalidad, sí conviene escucharlos y reflexionar sobre las señales subyacentes.

El período de aprendizaje universitario constituye una de las etapas más cortas de la vida y, aun así, un grado de cuatro años de duración, seguido de un máster de un año, a muchos de sus protagonistas se les antoja demasiado largo. Aunque con el deseo expreso de no generalizar, no podemos tampoco ignorar a cierta fracción del alumnado que, apoyada por sectores bien identificados de la sociedad, inquiere por la utilidad de lo que aprende y establece, por tanto, un paradigma que niega a Nuccio Ordine y su “utilidad de lo inútil”.

Por otra parte, en la sociedad actual mucho se habla de que “todo está en internet”, y de que lo que cuenta es la inmediatez; por ello, el código de comunicación más utilizado hoy en día es el contenido audiovisual de las redes sociales. Se acepta con naturalidad que “nadie lee un correo electrónico hasta el final”, ni realiza búsquedas navegando por un sitio web; por ello, cuando se quiere transmitir algo que imperiosamente debe llegar a su destino, hay que hacer uso de esas vías ultrarrápidas que manejan un lenguaje “encriptado” de apócopes y abreviaturas, en el que la sintaxis y aun la ortografía devienen irrelevantes.

Conocimientos versus madurez intelectual

Así las cosas, bien entrada la última semana del pasado julio, y en el contexto de “una gran transformación”, el Ministerio de Educación dio a conocer la propuesta que ha elaborado para modificar las pruebas de acceso a la universidad, que persigue reducir la evaluación de los contenidos e introducir una prueba denominada “de madurez”.

Estas premisas se plasmarían en la disminución del número de exámenes de materias concretas en favor de una prueba analítica que valoraría la utilización transversal de conocimientos específicos, así como el dominio de la lengua española y el manejo de, al menos, un segundo idioma.

Aunque, como es natural, esta propuesta habrá de nutrirse de aportaciones provenientes de diferentes ámbitos sociales y educativos, y atravesará los procesos estipulados de debates y votaciones, la semilla del cambio ya está lanzada, y cabe esperar que lo haga, de una manera u otra, en la dirección apuntada.

La necesidad de que para acceder a los estudios universitarios haya que demostrar una cierta madurez intelectual es incontestable…

… como lo es también, según expresan los datos, la afirmación de que el actual sistema es reiterativo y poco selectivo. De hecho, a lo largo de sus 47 años de existencia, estas pruebas se han ido modificando en el sentido de atenuar precisamente lo que ahora se nos presenta como evidente que hay que recuperar.

Durante muchos años, el centro neurálgico de la entonces denominada “Selectividad” consistía en el análisis de una conferencia oral y de un texto escrito, ambos de contenido transversal, que resultaban especialmente abrumadores para los aspirantes, en comparación con las pruebas de conocimiento específicas, pues estas últimas solo requerían repasar los temarios académicos cuya evaluación ya habían superado.

La prueba analítica que ahora se plantea, aunque con un envoltorio diferente, bebe de las fuentes de las pruebas de selectividad de antaño. Viene teñida de las improntas del siglo XXI, pues se presenta como un dossier de temática general cuajado de gráficas, infografías, textos, imágenes, vídeos, tablas, etc. que el alumnado tendrá que desentrañar, interpretar y contextualizar, tanto de forma libre como respondiendo a cuestionarios expresados en más de un idioma.

Una nueva prueba de acceso a la universidad

De la información proporcionada, parece inferirse que el Ministerio de Educación recurre a un formalismo moderno para plantear un sistema de acceso a la universidad que ponga a prueba la capacidad por parte de los aspirantes de asimilar con madurez intelectual la compleja realidad que nos rodea.

Todo parece indicar que será una prueba de madurez intelectual. 

Ello necesariamente implica haber llegado a desarrollar los recursos necesarios para comprender asuntos de cualquier tipo, sean de actualidad, de ciencia, o de artes, lo que requiere ser capaz de profundizar en la información relacionada, cotejando, asociando, discriminando; en definitiva, analizando con rigor datos expresados en gráficas o diagramas, figuras, textos, etc. Y todo ello para, en un proceso de síntesis, acabar alumbrando una visión propia, crítica y personal, de la materia en cuestión.

Hemos de añadir que existe un atributo adicional y nada baladí que condiciona la manera de abordar un tema, cualquiera que sea su índole, en esta tercera década del siglo XXI en la que nos encontramos. Por la propia naturaleza de internet, es posible capturar información proveniente de miríadas de fuentes, pero con muy diverso grado de fiabilidad…

Por ello, uno de los requerimientos más significativos en el proceso de la maduración intelectual debe ser el de aprender a desgranar la información fehaciente y rigurosa, y descartar las falsedades, interesadas o no, que pueblan el ciberespacio.

La realidad del mundo de hoy

La perspectiva de que los jóvenes que alcancen las aulas universitarias lo hagan con estas probadas competencias resulta muy interesante y sugerente, pero ha llegado el momento de hacernos una pregunta. ¿Qué ocurre actualmente en el mundo de los adultos? ¿Podemos afirmar que los profesionales, los académicos, tienen un espíritu crítico bien desarrollado? ¿De verdad profundizan en los temas sin caer en la banalización o en la superficialidad? ¿Han interiorizado el background de conocimientos que tenemos, todos, al alcance de un click?

Dicho de otra manera, ¿cuántas generaciones han pasado desde que se empezó a relegar esa madurez intelectual por considerarla innecesaria? ¿Cómo y quién puede recuperarla para transmitirla a los candidatos a ser los próximos estudiantes universitarios?

En definitiva, en palabras de Jorge Guillén: “¿Cómo ordenamos lo inmenso?”

Mis ojos van abarcando
La ordenación de lo inmenso.
Me la entrega el panorama,
Profundo cristal de espejo.

En un ejercicio sensato de afirmación de la realidad, parece prudente realizar una prueba de esfuerzo del sistema antes de comprometer – y prometer a la sociedad – un cambio de esta magnitud en el proceso selectivo de acceso a las aulas universitarias.


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Comentarios
  1. Teresa G. dice: 04/10/2022 a las 09:08

    Enhorabuena, profesora Castán, una reflexión excelente sobre una reforma, basada en un profundo conocimiento de la misión de la educación.

  2. José Fernando Calderero Hernández dice: 04/10/2022 a las 09:17

    Es impresincible desarrollar el sentido crítico; he aquí una aportación hecha con esa finalidad: https://jfcalderero.wordpress.com/2021/01/27/filosofia-y-sentido-comun/

  3. Raul Roque Orellano dice: 04/10/2022 a las 16:03

    Excelente reflexión. Comparto la preocupación y la acción consecuente. Gracias por escribir!!!

  4. Carmen Pérez Esparrells dice: 04/10/2022 a las 17:24

    Como siempre, la profesora Castán nos hace pensar tras su compartir sus inquietudes en una magnífica reflexión sobre el futuro acceso a la universidad, un tema que no es baladí.


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