El saber y la universidad: el placer de la liberación (III)

La formación de los estudiantes

En El deseo de saber, el libro de Ana Marta González, catedrática de filosofía en la Universidad de Navarra, también se hace hincapié en esa formación intelectual, pero de un modo distinto.

Al contrario que los libros anteriores, (Zafra y de Hitz), González no pone su experiencia en primer lugar, sino que ofrece en un único volumen tres conferencias pronunciadas ante distintos públicos, todos relacionados con la universidad. Sea porque se trata de conferencias -que constituyen un género peculiar, analizado por MacIntyre en Tres versiones rivales de la ética-, o por otros motivos, los textos aquí reunidos muestran una mayor precisión en el análisis que los anteriores libros. Lo que no significa que este libro sea “mejor” que aquellos, pues no se trata aquí de jerarquía, sino, al contrario, de su carácter complementario.

Mientras que Hitz ofrecía numerosos y muy inspiradores ejemplos de vida intelectual y Zafra, con expresiones como “tiene que ver” o “es curioso”, aportaba una panorámica de los bucles que hoy definen la vida académica, González se esfuerza por contextualizar y explicar la situación actual de la formación universitaria. Y lo hace, al tiempo, con un objetivo claro: mostrar que la formación intelectual debe despertar en el alumno el deseo de saber y debe forjar los hábitos que permiten la realización de este deseo.

La universidad y la formación de personas cultas

En este sentido, la universidad debería representar un estímulo para la formación intelectual, puesto que no solo aspira a preparar profesionales, sino a formar personas cultas. Como las filósofas anteriores, González considera que la satisfacción del deseo de saber va más allá de la obtención de resultados inmediatos, pero esto le lleva, además, a hacer una distinción: el cultivo de la ciencia es esencial para la universidad pero, para la persona que cultiva la ciencia, esta queda subordinada a la sabiduría. Es decir, a la “adquisición de una perspectiva última, desde la cual contextualizar y valorar el conjunto de los conocimientos y destrezas obtenidas, así como la propia posición en el mundo” (22).

Lo que, para González, hace fuerte a una institución universitaria es esta apuesta por el cultivo de la razón.

Si Zafra vinculaba la universidad con la formación de ciudadanos, González traza aquí una distinción entre la institución universitaria y la ciudadanía. Llegar a ser un ciudadano cabal es un objetivo exigible para cualquiera, pero la universidad no se distingue por eso, sino por la adquisición de la sabiduría.

Esta relación con la sabiduría es, en buena medida, una “prerrogativa de la persona”, pero eso no significa que se desvincule de la vida común. Al contrario, la universidad es una comunidad de estudio y aprendizaje que, dado que tiene como objetivo la formación intelectual de los alumnos, puede ayudar a acortar la distancia entre lo que González denomina la “cultura mediática” y la “cultura propiamente dicha”. Aquí, la profesora de la UNAV está oponiendo una cultura emotivista, en la que los sujetos son “emotivistas eficientes” que solo conocen los sentimientos y la razón instrumental, con una racionalidad que aspira a la sabiduría.

En consecuencia, crear un entorno institucional en el que cultivar el conocimiento se convertiría en un objetivo prioritario de la universidad.

Sobre el deseo natural de saber

Como puede verse, el objetivo de la formación intelectual que se ofrece en la universidad y que constituye la misión de esta es, para la profesora González, dar forma al deseo natural de saber. Pero, como también señalaba Hitz, ese deseo requiere de hábitos y de la conciencia de las propias carencias culturales.

Este cultivo del saber requiere tiempo, paciencia y disciplina; es, en cierto modo, un lujo.

Como todo lujo, se define por la liberación de las condiciones necesarias para la subsistencia. Pero sucede, y esta es la paradoja, que allí donde se abre la inteligencia y el deseo de saber toma forma, la persona se libera también de los objetivos inmediatos de la supervivencia y empieza a pensar en su modo de vida. Ya no solo piensa en vivir, sino en vivir bien, de modo que no solo el estudio requiere del lujo, sino que, realizándose, convierte a la persona en una persona lujosa, más allá de sus condiciones materiales. Por eso, la universidad es la institución que, formando intelectualmente, debería permitir a sus alumnos la experiencia de la sabiduría, que es, también, una experiencia de liberación. Por supuesto, lo que la universidad puede hacer en este sentido es limitado, pero esa es su misión fundamental.

Sobre la universidad

Para González, como para Hitz, el cultivo del saber, que no es solo un deber sino un deseo al que el hábito da forma, permite a la persona evitar esa manera de escapismo que consiste en saltar de experiencia en experiencia y que termina en el aburrimiento. La experiencia del saber no exige la repetición constante y cada vez más exagerada de lo mismo, como muestra Zafra, sino que abre a cada persona a la posibilidad de profundizar en lo estudiado.

Por eso, la misión de la universidad no consiste únicamente en la adquisición de conocimientos y en la conversión de uno mismo en un erudito, sino en la adquisición de la sabiduría con la que mirar el mundo.

Al igual que el algoritmo, somos usuarios de máquinas cuyo funcionamiento desconocemos y que nos gobiernan; vivimos en bucles de los que no sabemos cómo salir. Si algo puede hacer la universidad para romper esos remolinos, es despertar el deseo por el saber y generar las condiciones formales e informales para su desarrollo. Pero esto significa romper el bucle académico actual; ir a la contra, generar un vacío, parar cuando todo impulsa a seguir hacia delante. Significa generar hábitos y repeticiones que no sean alienantes. Significa evitar la estandarización y su correlato, la “opinización”. Y significa, también, que debemos pensar si, en las condiciones actuales, la universidad sigue siendo el mejor lugar para desarrollar una vida intelectual; si sigue siendo una institución que se define por su relación con el saber.


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Comentarios
  1. Maria Ruiz dice: 17/02/2023 a las 00:27

    Excelente…


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