La desinformación en las universidades
Estas últimas semanas se ha hablado, entre muchos otros temas, de universidades públicas y de universidades privadas, y para seguir con los procedimientos de comunicación habituales, en cuanto abren la boca algunas personas, la lían y desinforman, y no me estoy refiriendo sólo a políticos, en la misma cesta habría que incluir a periodistas, contertulios, gestores universitarios y seguro que me estoy olvidando de alguien, vaya pues mi disculpa por el olvido.
En este caso, el problema de la creación de la desinformación o de la mala información es que se quiere hablar o justificar algo de una manera rápida y poco precisa, razones por las cuales lo que se diga rozará la inutilidad comunicativa y será propenso al lío dialéctico.
Analfabetismo en el lenguaje universitario
Pese a que las ciencias y las tecnologías son el motor del mundo moderno, la mayor parte de los responsables de cualquier tipo que hablan de universidades parece como si fueran científica y técnicamente analfabetos o iletrados, y no porque no hayan tenido la capacidad y la posibilidad de formarse, sino porque hay temas a los que no se les suele prestar la atención debida, vaya usted a saber por qué, y no vamos a pensar mal, por lo menos hasta el final de este texto.
La importancia del lenguaje preciso
Para avanzar en el desarrollo de lo que quiero comunicar, voy a intentar aclarar dos ideas, la primera relacionada con lo que se entiende por lenguaje preciso. Es aquel que usa las palabras y la gramática de manera cuidadosa para transmitir ideas claras y específicas. Su objetivo es evitar malentendidos y mejorar la comunicación. Con él se evitan las ambigüedades, se ayuda a las personas a comprender exactamente lo que se quiere decir, se ayuda a mantener la confianza en las personas involucradas que generan la información y se lucha contra la desinformación, los sesgos y los bulos. La segunda idea, es que, para comparar cosas entre sí, se necesitan reglas de medir basadas en algún tipo de patrón definido y aceptado por la comunidad involucrada.
Medición y comparación en las universidades
Empecemos afirmando algo evidente, todas las universidades tienen o deberían tener en formato digital todos los datos de todos los alumnos que han pasado al menos en los últimos 20 años o desde su fundación en el caso de las más jóvenes. Si eso es así, por ejemplo, se podrían hacer las siguientes medidas:
- Dado un grado y un plan de estudios, evaluar a nivel de asignatura la evolución del fracaso o del éxito académico de cada asignatura y de cada profesor. A partir de ello podrían conocerse los evidentes desequilibrios existentes.
- Con los resultados de los datos anteriores, y mediante los indicadores adecuados asociados a cada grado, podrían compararse diferentes grados entre sí de los que pertenecen a la misma macro área, y posteriormente entre macro áreas diferentes.
Actividades de I+D+i en las Universidades
Además, todas las universidades tienen o deberían tener en formato digital todos los datos en relación con las actividades de I+D+i, de todos los profesores que han pasado en los últimos 20 años o desde su fundación en el caso de las más jóvenes Si eso es así, por ejemplo, se podrían hacer las siguientes medidas:
- Dado un departamento y su plantilla, para cada área de conocimiento, teniendo en cuenta los años de actividad de cada profesor, y en base a diferentes indicadores adecuados, se podría evaluar a nivel de investigación y a nivel de transferencia el comportamiento profesional universitario de cada profesor. A partir de ello podrían conocerse y compararse lo que está ocurriendo en su interior.
- Con los resultados de los datos anteriores, y mediante los indicadores adecuados asociados a cada departamento, podrían compararse diferentes departamentos entre sí, en primer lugar, entre los que pertenecen a cada macro área, y posteriormente entre macro áreas.
- Y luego queda la información que reflejan los rankings habituales, que no pueden entrar en detalles finos ya que se elaboran con la información existente normalmente en internet que no es de la misma calidad para cada macro área.
Indicadores para Gestores Universitarios
Todo ese tipo de indicadores y muchos otros que se pudieran definir a partir de ellos, permitirían que los diferentes gestores universitarios pudieran hablar con propiedad de su universidad, y de esta manera compararla con otras. Pero dada su inexistencia, y estoy convencido de que es así, no se puede hablar de comparar universidades, ya que lo que se diga no va a estar a la altura y su veracidad no va a pasar de simples rumores infundados.
Objeciones al análisis objetivo
Hay muchos profesionales universitarios a los que no les gusta este tipo de análisis ya que no son completamente objetivos, hay que recordar que la objetividad es imposible cuando ésta pasa a través de definiciones e indicadores.
Pero recordemos que la actividad del mundo universitario está basada de forma continua en procedimientos de ese tipo, por ejemplo: las notas que ponen los profesores a sus estudiantes, los baremos pueden ser los mismos en todas las asignaturas, pero un 8 de una no tiene nada que ver con un 8 de otra, y a pesar de eso se sigue evaluando. Otro ejemplo claro son las evaluaciones que se realizan para obtener los sexenios de investigación o los quinquenios de docencia, que son diferentes dependiendo de las macro áreas, etc. Por lo tanto, ahí tenemos la demostración de que ¡sí se puede aceptar ese tipo de metodología propuesta basada en indicadores!
Reflexiones sobre la transparencia
Y, por último, me gustaría dejar la reflexión de la publicidad de todo ese tipo de información, en el caso de que existiera. Para empezar, no sé si recuerdan el concepto de transparencia y para seguir, tanto las universidades públicas como las privadas son pagadas con el dinero de personas a través de sus impuestos los unos y a través de las contribuciones personales los otros.
Por lo tanto, y desde mi punto de vista, todos esos indicadores deberían ser públicos, con nombres y apellidos.
También sé que existe el derecho a la privacidad, pero esa problemática que puede surgir, se resolvería al menos en parte, dejando que voluntariamente los profesores que piensen como yo, lo permitieran.
Mientras no utilicemos reglas de medir adecuadas y aceptadas por los tiros y por los troyanos, lo que debería haber actualmente y no lo hay, puede interpretarse como que existe un desconocimiento público tanto interno como externo, que nos impide comparar. Y ahora déjenme malpensar en los motivos que explicarían ese desconocimiento: o no tienen datos, lo que sería absurdo, o bien existen intereses ocultos insanos o bien manifiestan una dejación inadmisible. ¡Qué pena a estas alturas de la película!
Existe en la actualidad una información extensa y profunda para conocer y evaluar las universidades españolas, sobre todo las públicas, que facilitan puntualmente la totalidad de sus datos institucionales, económicos, académicos y de rendimiento a la plataforma SIIU del Ministerio, y de CRUE, que proporcionan a la opinión pública sendos informes anuales completos sobre el desempeño del SUE («Datos y Cifras del SUE» y la «Universidad Española en Cifras CRUE»). Además, existe en Informe anual de la Fundación CyD sobre el SUE, un extenso y preciso ranking anual de todas la universidades españolas (públicas y privadas) que las clasifica en sus resultados docentes y de i+D+, el U-Ranking (Fundación BBVA-IVIE), información de una trayectoria de 10 años de la actividad de todas las universidades (públicas y privadas) respecto a su actividad de I+D+i de la Plataforma IUNE (Alianza 4U), abundante información internacional sobre el desempeño de los sistemas universitarios europeos en EUROSTAT y en la OCDE Data (Education at a Glance) y un buen número de publicaciones sectoriales e internacionales anuales sobre aspectos específicos del funcionamiento universitario, amén de los Rankings internacionales de universidades.
Desde luego lo que no falta es información pública, transparente y accesible a nivel institucional para evaluar a las universidades, insisto, sobre todo a las públicas. En este aspecto el Sistema Universitario Español no es, precisamente, un alumno retrasado, más bien todo lo contrario.
Si existe la información institucional, parece obvio que las propias universidades disponen de la información a nivel de departamento e individual, que les permite evaluar internamente.
Otra cuestión es que los responsables políticos competentes, los medios, los propios responsables institucionales y los gestores universitarios utilicen la información, los análisis y los datos disponibles, para contextualizar, definir y evaluar al sector y las propias universidades.
Una respuesta correcta José Antonio, además de necesaria y oportuna.
Empezaré agradeciendo los comentarios recibidos.
Pero sigo pensando que el bosque no deja ver los árboles. Ya sé que hay montones de información global sobre cualquier universidad pública y puede que privada. Pero esa no sirve para lo que yo pretendo resaltar. La información global, que no suele ser demasiado exacta por la imposibilidad de su recolección, es eso, global y no de detalle.
Citaré algunas situaciones, pero habría que entrar en detalle de lo que se podría hacer con los datos de los que cada universidad dispone:
– Ningún estudiante tiene información personalizada para él, sobre el funcionamiento de su entorno definido por su curso, su grado, su centro y lo análogo en otras titulaciones. Y pueden añadir a todo ello la variable tiempo. Y no será por que no haya información, pero no se utiliza.
– Lo mismo podemos decir sobre el PDI, que vive en un despacho en el que desconoce donde se encuentra comparado con el resto de sus compañeros en cualquier tipo de los entornos previamente citados. Lo que se sabe suele ser de oídas y es sorprendente lo que se obtiene cuando se hacen ese tipo de análisis. Yo los he podido hacer.
– Por ejemplo, ¿han comparado la tasa de éxito de las asignaturas troncales frente a las asignaturas optativas?
– Por ejemplo, ¿han comparado la tasa de éxito de ciertos profesores universitarios? Hay muchas anomalías, y me refiero a los que más suspenden pero también a los que regalan el aprobado?
– ¿Han intentado comparar la calidad del aprendizaje de nuestros universitarios? Discúlpenme, pero ¿Cómo se mide la excelencia en la formación? Creo que sin conocer previamente la calidad de las evaluaciones docentes que se realizan, poco podemos avanzar en las comparaciones.
– Por ejemplo, ninguna familia contribuyente, con hijos o sin hijos universitarios, si quisiera, no puede conocer el detalle cuantificado y personalizado de las actividades de sus universidades más cercanas o lejanas, en lo que se refiere a la dedicación y resultados obtenidos por sus profesores. No por que no se pueda ofrecer, al parecer nadie considera que pueda ser interesante.
No conozco ninguna universidad española que ofrezca de forma transparente ese tipo de información. Pienso que de hecho no se ofrece por que no interesa. Hay PDIs muy buenos, buenos, normales, medianos, malos y muy malos. Pero al parecer lo mejor es quedarse con los indicadores globales que enmascaran todo eso, para bien de unos y para mal de otros.
Ahora no me refiero a ustedes, pero quedarse conforme con lo que hay, no es un planteamiento demasiado universitario. Hay que recordar que nada hay permanente salvo el cambio, y aunque vamos avanzando, la velocidad de crucero es lenta y desde mi punto de vista, bastante opaca, por que sinceramente pienso que no interesa a la mayoría de los de dentro (pongan aquí en detalle las categorías profesionales que deseen)
De nuevo, gracias por sus comentarios.
Gracias por la respuesta Francisco!
Dentro de la universidades, pues por tu respuesta se trata de información micro, individualizada: PDI, asignatura, centro… esta información existe y en muchos casos, al menos en mi universidad, está a disposición de los alumnos, que, por cierto, una vez conocida tienen un ámbito muy limitado de toma de decisiones posible. Quien tiene que tomar decisiones con esa información micro es la dirección de la institución, respecto a los PDI con bajo rendimiento (docente e investigador) o malas encuestas de los alumnos, también respecto a Centros o Estructuras de investigación con malos resultados.
Insisto, esta información existe en muchas universidades y es conocida, otra cuestión es como la regulación y el sistema de gobernanza, favorecen o entorpecen esa toma de decisiones en las universidades públicas. He vivido decisiones valientes de rectores respecto a profesores manifiestamente incompetentes, revocadas por la autoridad laboral.
En fin, que en mi opinión, hoy en día, el problema no es de información ni hacia la sociedad, ni hacia el interior de la universidad. El problema es respecto a cual es la capacidad de la institución para utilizar la información de forma efectiva para mejorar el rendimiento de la organización y la satisfacción de los estudiantes, empleadores, empresas, etc.
Gracias de nuevo!