¿Qué es esto de la tercera misión?
En la entrada de hoy, se reproduce un fragmento del Cuaderno de Trabajo 2 (ver aquí ) de STUDIA XXI, «La universidad informal», en el que su autor y editor del blog, Javier Vidal, reflexiona, entre otras cosas, sobre la tercera misión de la universidad.
En la última década se ha hablado y escrito mucho sobre las funciones que deben realizar las instituciones de educación superior y el servicio que deben prestar a la sociedad. En los procesos de planificación estratégica en los que han entrado con distinta suerte gran parte de nuestras universidades, se empieza por definir la misión de la universidad.
Y, sin embargo, ya hemos introducido en nuestro diccionario abreviado de uso el término Tercera misión. Así que, ¿en qué quedamos? ¿Tenemos que definir una misión o tres? La solución a esta —aquí sí— aparente contradicción está en definir en nuestro plan estratégico una misión que abarque las conocidas tres misiones –es decir, todo–: enseñanza, investigación y… tercera misión. ¿Qué es esto de la tercera misión?
Existen muchas definiciones de tercera misión. En mi opinión, la tercera misión abarca todo aquello que no es primera o segunda misión (algo obvio, pero útil). Es la misión de lo que hemos estado definiendo como lo informal (ver aquí)
¿Acaso se trata de una especie de cajón de sastre? No, porque guarda cierto orden.
Los elementos que ordenan las tres misiones son la obligatoriedad y la formalización. Si una universidad no tiene obligación de hacer una actividad y para ello tiene pocos requisitos formales, entonces esa actividad es de tercera misión.
Veamos algunos ejemplos.
La enseñanza superior inicial es algo que hacen las universidades porque es una de las bases de su existencia. En cierta medida, esta enseñanza inicial tiene varios requisitos formales. Así que se trata, en este caso, de primera misión. Si esa enseñanza está dirigida a la formación continua –no inicial, por tanto–, puede ser o no ofrecida por una universidad y es flexible en duración, organización, etc., entonces es tercera misión.
Otro ejemplo. Si una universidad lleva a cabo un proyecto de investigación básica y pasa por los procedimientos de aprobación y evaluación correspondientes, es, en este caso, segunda misión. Si esa investigación está orientada a la colaboración con el sector empresarial, nace de la voluntad de un investigador o su grupo y tiene un claro componente de transferencia de conocimiento o tecnología, incluso desarrollado en colaboración con algún centro conjunto creado al efecto, entonces es tercera misión. Por último, tercera misión es también todo aquello, no obligatorio ni formalizado, que podemos considerar dentro del compromiso social de las instituciones. Esto último sí es un cajón de sastre, pero de gran interés.
A las tradicionales actividades culturales –teatro, música –, debemos añadir la atención a la diversidad, los programas de cooperación al desarrollo, los grupos de voluntariado, los programas de formación para adultos, etc.
Es difícil concebir hoy una universidad sin varias de estas actividades que denominamos tercera misión.
El proyecto europeo E3M, coordinado por la Universidad Politécnica de Valencia, en el que participé, analizó esta tercera misión de las universidades. Uno de los productos más interesantes de ese proyecto fue el denominado Libro Verde (ver aquí). De este documento me interesa destacar una idea que subyace: la tercera misión ya no es algo añadido a las universidades, sino que forma parte de sus actividades nucleares. Aunque no son actividades formales u obligatorias, es muy difícil concebir hoy en día una universidad que no se ocupe de la formación continua, de la transferencia de conocimiento o tecnología, o que no explicite en actividades concretas su compromiso social –y hasta con cierto orgullo–.
Podríamos decir más: los objetivos definidos para la tercera misión abarcan en realidad a las dos primeras, convirtiéndose en la mejor manera de definir el futuro de una universidad actual.
Muy acertados los comentarios… como todo el resto del Cuaderno de Trabajo que se menciona en el encabezamiento. Merece la pena echarle un vistazo.
Yo añadiría la divulgación científica, que puede verse como otra forma de transferencia a la sociedad. También opino que la tercera misión no debería ser totalmente voluntaria, ni a nivel individual, ni a nivel de una universidad. Un profesor debería hacer «algo» de tercera misión y eso debería formar parte de su evaluación. Y de una universidad también se esperaría que hiciera algo de tercera misión.
Hay un elemento que subyace en todo lo relativo a la tercera misión y es el espíritu emprendedor de los participantes en el quehacer universitario, que se expresa a través de la innovación, la creatividad y el compromiso con su entorno.
Personalmente estoy en desacuerdo con los debates y posiciones sobre la Tercera Misión de la Universidad, que se vienen manteniendo en la última década. Tanto por razones legales (LRU y LOM-LOU) como por evidencia histórica esa tercera misión se sintetiza en la palabra CULTURA. Sobre ello he publicado un extenso artículo, cuyo abstract es el siguiente.
Over the last two decades, there has been a wide debate about the so‑called third mission of the University. Two discourses have occupied the proscenium: the transfer and innovation of knowledge and corporate social responsibility. In this article we postulate that both these ideas respond to approaches that do not fully take the history and status of universities as a public service into account. In contrast, we argue that the third mission,
both in terms of history and in terms of the normative and pragmatic statutes, instead corresponds to culture.
Véase en DEBATS journal=debats&page=article&op=view&path%5B%5D=169&path%5B%5D=0)
Gracias por tu post. Yo no creo que la «tercera misión» pueda definirse en base a la obligatoriedad ni a la formalidad. También creo que la enseñanza continua es básicamente docencia, aunque pueda estar acompañada de investigación y de «tercera misión». Mi opinión es que algunas universidades llaman «tercera misión», y lo reducen a ello, a sus actividades culturales (teatro, música, deportes…), a la docencia no oficial (todo lo que no sea un grado o máster oficial), a la relación universidad-empresa y a otra serie de actividades que no acaban de encajar en las otras «dos misiones» como la cooperación internacional, las unidades de igualdad de género… , y esta acción es, para mí, un error. Concibo que la «tercera misión» es el compromiso de la universidad con la sociedad, y que dicha misión debe teñir las otras «dos misiones» completamente, es decir, que toda actividad docente e investigadora debe tener en cuenta ese fin último de la universidad pública. En este blog se ha hablado de esta «tercera misión» en otros términos:
http://www.universidadsi.es/mision-la-universidad/
http://www.universidadsi.es/author/pablo-rodriguez/
[…] La dimensión social de las universidades está adquiriendo una atención creciente en los últimos años. Tanto los poderes públicos responsables de la política universitaria como los propios directivos de las universidades y los investigadores en gestión universitaria le otorgan una creciente relevancia. Las universidades, en este sentido, son instituciones con un alto impacto social, sobre todo si nos referimos a las funciones clásicas de formación e investigación científica. Pero también en un amplio espectro de funciones y actividades que se acostumbran a recoger en lo que tradicionalmente se ha denominado la ‘tercera misión’ universitaria. […]
[…] ya se ha discutido sobre el rol de las universidades en el territorio. Hace cuatro años Javier Vidal ya elaboraba una interesante discusión sobre qué es la tercera misión y cómo las universidades […]