La misión de la universidad antes y después de la pandemia
He de adelantar que esta es una reflexión desde la realidad de un confinamiento prolongado. En él, hemos tenido que reformular individual y colectivamente las actividades que conforman la triple misión de la universidad: docencia, investigación y conexión con la sociedad.
La docencia y su problemática durante la pandemia
En mi opinión, no hemos tenido capacidad de prevención y previsión ante una pandemia que no ha surgido de la nada, sino que contábamos con precedentes en China y, más cercanos, en Italia.
Los miembros de la comunidad universitaria nos hemos visto desbordados ante una realidad como la de impartir una docencia no presencial y los condicionantes que implicaban las características de la docencia presencial:
- Relación directa cara a cara entre profesor-alumno/a.
- Metodología de aprendizaje a través de la clase de pizarra y/o medios audiovisuales.
- Escasa participación del alumnado en actividades de tutoría (salvo que el profesorado diera estímulos en base a trabajos en grupo que se deberían exponer a posteriori). Métodos directos de revisión y evaluación de los trabajos académicos.
- Utilización de materiales estándar desde un punto de vista docente (libros, colecciones de ejercicios) disponibles en el despacho del profesor y en las bibliotecas de libre acceso.
- Tareas de coordinación entre profesores a través de reuniones en seminarios.
Estas, entre otras cosas, son algunas de las problemáticas con las que nos hemos tenido que enfrentar.
Las universidades han tenido que responder con plataformas que han exigido una acomodación inmediata del profesorado para no parar el ritmo de los cursos y cubrir los objetivos de las diferentes asignaturas. El trabajo de preparación de las clases y la labor de facilitar el seguimiento por parte de los alumnos ha sido una experiencia que deberíamos poner en el haber de los profesores.
Sobre la reacción docente ante la crisis del coronavirus
Honestamente, pienso que la respuesta del profesorado es digna de resaltar. Como se ha señalado en medios de comunicación, los alumnos y alumnas han trabajado en condiciones complejas. Y, sin embargo, han realizado un esfuerzo superior al previsto en el modelo presencial. En mi caso, puedo ratificar que he tenido con mis alumnos y alumnas una interacción mucho mayor, tanto en intensidad como en dedicación personal.
El momento crítico de las evaluaciones va a poner de manifiesto la realidad de comportamientos éticos por parte de los alumnos que deberían ser consecuentes con lo que cabe esperar de ciudadanos críticos y conscientes, cuyo aprendizaje democrático se debe reafirmar en las instituciones universitarias.
La cruda realidad ha puesto de manifiesto problemas de equidad (disposición generalizada de instrumentos on-line, acceso a la información de soporte al aprendizaje). Sin embargo, también ha reflejado la necesidad de un enfoque cooperativo en el aprendizaje (mi experiencia con grupos de 6-7 alumnos ha sido estimulante en todos los sentidos) como refuerzo solidario en el trabajo cotidiano.
Y, finalmente, se ha podido estimular la información en múltiples direcciones buscando abrir vías que pongan en valor las diferentes perspectivas ante problemas concretos y que sirven de instrumento eficaz para comparar y tomar decisiones.
La respuesta científica de las universidades ante la pandemia
Buena parte de la labor experimental en laboratorios de investigación ha sido notablemente alterada por el cierre de las instalaciones universitarias. Sólo aquellos directamente involucrados en la pandemia han podido seguir su actividad con las limitaciones previsibles.
Frente a ello, la actividad traducida en publicaciones y labores editoriales ha seguido su curso normal dados los automatismos inherentes. Sin embargo, seminarios y congresos se han suspendido o pospuesto a fechas determinadas (2021 será una locura de actividades acumuladas) con los consiguientes problemas económicos, tanto para organizadores como asistentes.
La movilidad física como principio básico en la actividad científica puede originar un debate a futuro en el que las actividades vía on-line como seminarios y congresos pueden tener una re-lectura innovadora y con importantes consecuencias económicas.
Pero me gustaría enfatizar en el hecho de la “invisibilidad” de la universidad como institución ante una amplia respuesta científica a la pandemia. No sólo desde el punto de vista de aportaciones individuales (el papel de los “expertos”), sino como interdisciplinares en el seno de los diferentes grupos que pueden y deben abordar temas directamente derivados de la pandemia. Desde el tratamiento de datos, hasta la prevención sanitaria, economía de la salud, transporte y movilidad, impacto económico y social, información y comunicación, modelización y simulación de propagación de las enfermedades, entre otros.
El mero enfoque sanitario y sus consecuencias a nivel político adolece de limitaciones notables de cara a un abordaje del problema con una visión global. Y la universidad tiene potencialidad para llevarlo a cabo.
La universidad: fuente de referencia para la sociedad
La auctoritas concedida a los “expertos” va más allá de que los poderes públicos se sirvan de ellos para la toma de decisiones. Es la sociedad la que debe recibir una información rigurosa para ser procesada individualmente. Pero también colectivamente, con el fin de conocer la realidad y adoptar decisiones coherentes.
En ese sentido, desde la universidad como institución se debería cubrir este inmenso hueco que es aprovechado de manera oportunista por “personajes” y colectivos de diferente pelaje. La respuesta al confinamiento es una buena muestra de ello, así como los desvaríos de responsables políticos tanto en nuestro país como en USA, Brasil o Reino Unido, con argumentos insostenibles desde un punto de vista científico y de salud.
Como institución, debe visibilizarse y aportar a la sociedad sus reflexiones sobre lo cotidiano y superar el ensimismamiento en el que se encuentra. Debe ser proactiva y postular posiciones que la hagan ser referente, más allá de los problemas que en estos momentos son objeto de atención mediática. A modo de ejemplo: los “exámenes” con las pautas de conducta para abordarlos, olvidando que el aprender es prerrequisito para la evaluación. O los insuficientes dilemas sobre presencialidad y no presencialidad que deben convivir de cara a una mejora sustancial del aprendizaje. También las políticas de becas y tasas académicas para disponer de un horizonte de equidad en el medio plazo, entre otros.
Factores determinantes en la actuación universitaria
Los condicionantes de todos ellos son el balance de una combinación de factores determinantes de una actuación institucional. Entre otros, encontramos:
- La ausencia de una metodología estable en el tiempo en relación con la financiación de las universidades.
- La definición de dinámicas innovadoras del aprendizaje.
- El estímulo a la actividad docente e investigadora de profesores y profesoras con su reconocimiento y los correspondientes incentivos.
- La definición de trayectorias profesionales del profesorado superando los alarmantes niveles de precariedad y ausencia de perspectivas para los jóvenes profesores e investigadores.
- La superación de una estéril y agotadora burocracia en la administración cotidiana de procesos relativos a la docencia e investigación.
- La evaluación a posteriori de resultados en función de objetivos estratégicos.
- La consolidación y dignificación del personal de administración y servicios.
A modo de conclusión
Las situaciones extraordinarias deben dar lugar a respuestas creativas que, en un contexto de incertidumbre, posibiliten ir a la raíz de los problemas y no quedarnos en la mera superficie. Más que una amenaza, la pandemia del COVID19 ha puesto de manifiesto la fragilidad económica, social y de salud en la que nos movíamos en un “mundo feliz”, para ciertos sectores de nuestro país, que puede considerarse como ya superado.
Las universidades deben realimentarse de experiencias dinámicas y solidarias en las que debemos participar todos los miembros de la comunidad universitaria. Debemos interactuar con una sociedad que nos identifique como un instrumento social de cara a la mejora de la calidad vital, social y económica para una ciudadanía que debe usar instrumentos rigurosos para consolidarse y avanzar democráticamente.
Ante este nuevo reto nuestras casas de estudios deben adecuarse a esta nueva forma de vida que ha generado en parte el COVID 19 y mucho más que la educación es un derecho congénito del ser humano.
Esta nueva situación demuestra, creo, el «valor superior» de la presencialidad.
[…] el conocimiento científico a una velocidad inédita. Es cierto que la presión por avanzar y la necesidad de acortar plazos ha dado lugar a una cierta relajación de los sistemas de revisión, pero los propios mecanismos de control científico se encargaran de asentar el conocimiento […]